Bullas,
29 de septiembre de 2013
Queridísima
Lola:
Antes de
empezar, perdona estas torpes letras, pero necesito escribirte, y quiero hacerlo
aunque sea balbuceando palabras y sentimientos.
Te
gustaba presentarte como María Dolores y todos te llamábamos Lola!
Tu muerte
me pilló en el hospital, con mi madre en la UCI. Me quedé bloqueada. No podía
ser real, eso no podía ser. Iba conduciendo, de camino al hospital, con mi
padre y hermana. Una llamada a mi móvil y la noticia… se me encogió el corazón.
Lola, era
un viernes por la mañana, 16 de agosto… demasiadas emociones, demasiado
intensas para asimilarlas. No podía ni llorar, estaba como petrificada por el
impacto, por el dolor. Sé que solo sentía dolor.
En tu
funeral estábamos todos los tuyos, tu familia, tus amigos, tu pueblo… y estabas
tú. Todas las lágrimas que no podía sacar fuera horas antes, aparecieron casi
de golpe. Quería cantar con todos y con fe: “El
Señor es mi pastor, nada me falta”, “Tú
nos dijiste que la muerte no es el final del camino”… y apenas me salía un
hilillo de voz.
Me vi de nuevo
en el hospital, junto a mi madre. Por la noche, ya sabes cómo son las noches de
hospital, bajé a tomar algo, pasé por la Capilla, y recé. Mi oración no era de
reproche, no era para pedir explicaciones, ni para pedir cuentas, ni era de
angustia… sencillamente le dije a Dios, como se lo diría a un amigo: “Por qué Lola, por qué ella”. Expresé mi
intenso, extenso y profundo dolor, sin matices, sin adornos. Fue un lamento. Eso me ayudó a
relajarme un poco, y a sentir y saber que te habías adelantado, que habías
llegado, quizá demasiado pronto, para mi gusto, porque siento que aún nos quedaba
tanto por compartir, y a ti tanto por vivir, por entregar, por enseñar… Pero Él
te ha querido ya: “Amada mía ven” (Ct
2, 10).
Lola
quiero en estas sencillas líneas, contarte lo que has sido para mí.
Siempre me ha emocionado y cuestionado tu comprometida opción: ser profesora de religión en la escuela pública. Cuántas veces nos has oído decir: “Lola, con todo lo que tienes, con lo que tu vales… prepárate una oposición para Primaria o para Secundaria. Tienes Magisterio, la licenciatura en Ciencias Biológicas y la de Ciencias Religiosas… preséntate, pues seguro que te sacas la plaza”. Tu respuesta era muy clara: “No quiero presentarme, quiero dar religión en el IES”. Quizá era como una llamada, creo que así lo vivías y así nos lo hacías saber. Nos decías que encontraste ahí los nuevos y dilatados horizontes de Usera: "Dame, Dios mío, más dilatados horizontes, nuevas tierras para extender tu reino" (Jerónimo Usera).
Te
apasionaba la tarea de enseñar… y lo hacías divinamente (nunca mejor dicho!).
El secreto estaba en que esa era tu forma de evangelizar.
La
dedicación a tu tarea era total, sacabas tiempo de debajo de las piedras para
poder dar lo mejor en tus clases, utilizando todos los recursos, con el fin de
llegar a todos y de la mejor manera. Eras pionera en las nuevas tecnologías.
Tu gusto por la vida, la cotidiana, la que se escribe con minúscula. Eras alegre, tu sonrisa era preciosa y tu risa como una cascada. Tu sentido del humor chisporroteaba de forma contagiosa. Eras positiva, sencillamente positiva.
Tu gusto por la vida, la cotidiana, la que se escribe con minúscula. Eras alegre, tu sonrisa era preciosa y tu risa como una cascada. Tu sentido del humor chisporroteaba de forma contagiosa. Eras positiva, sencillamente positiva.
Cuántas veces has cantado, preciosamente, esta canción; cómo te gustaba...
Te
gustaba el mar, y compraste un piso cerca de la playa. Te gustaba cantar, y promoviste
un coro parroquial. Te gustaba bailar, y te apuntaste a clases de baile. Te
gustaba estar alrededor de una mesa compartiendo la comida, la bebida, la
conversación y la amistad, y aprendiste a cocinar. Y a los primeros sones del bilingüismo,
te faltó tiempo para aprender inglés. Vamos, Lola, que eras una emprendedora!
Tu familia era importante para ti, y elegiste mantenerla unida, cuidar de todos y cada uno… y quizá de una forma muy especial a Cary, tu hermana misionera en Mozambique. Hasta allí te llevó el cariño entrañable por ella. De mil maneras y con mil gestos la apoyaste a ella y su hermosa tarea.
Los
amigos y las amigas hemos tenido la suerte de conocerte, de que pasaras y te
quedaras por nuestras vidas. Humana, vital, cercana, entrañable, cariñosa,
generosa, detallista…, te gustaba vernos guapas y nos regalabas pinturas y
pendientes.
Y tu amor
por la VIDA con mayúsculas. Eras una mujer de fe, enamorada de Jesús. Una
creyente del siglo XXI, una mística con los pies en la tierra. Tu vida
expresaba tu fe con toda naturalidad.
Lola,
sabes que te echo y te echamos de menos, que el dolor por tu ausencia no cesa,
aunque el tiempo lo matice. A veces nos parece estar viendo o viviendo una
película… a veces pienso que algún día sonará
el teléfono y oiremos tu voz, o que habrá una nueva entrada en tu blog
maravilloso…
Te
dejo, Lola, con un poema de Pedro Casaldáliga, como si él lo hubiera escrito para ti:
“Llegar, por fin, a tu anhelado rostro
Y echarme en tus brazos con todos los
llegados.
Dejar toda la vida sobre tu corazón,
Como un niño dormido, despierto para
siempre
¡Y darte a boca llena el
Nombre: Padre!”
Sé que, para ti, ya solo hay amanecer y que el amor es nuevo eternamente. Que lo que soñamos y esperamos tú ya lo has recibido. ¡Bendita seas!
Lola, te
quiero, y mucho! Me quedo con tu ALEGRÍA, me quedo con la ESPERANZA.
Mil besos
y mil gracias, Maribel
Enlázate
1 comentario:
Preciosa la carta. la tenías que conocer muy bien porque has reflejado en ella todo lo que es Lola. ha sido una gran pérdida para todos pero en nuestros corazones y en nuestro pensamiento jamás se irá.
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