domingo, 18 de diciembre de 2011

UN CUENTO PRECIOSO PARA NAVIDAD

ÁNGEL EN LA CIUDAD
Mauricio Paniagua
Adaptación del Rastro de Dios de Montserrat del Amo editado por SM en El barco de Vapor.

Narrador 1-Ángel sabe volar, pintar el arco iris, cantar “Ave María” cuando suenan las doce campanadas y guiar las estrellas por el azul del cielo. Pero de nada sirve todo esto para cumplir el encargo de hoy, que es muy difícil e importante: bajar del cielo a la tierra y anunciar a los hombres de la ciudad el nacimiento del Hijo de Dios.
Narrador 2-Mucho tiempo ha pasado ya desde la primera Navidad cuando los ángeles, vestidos  con preciosas túnicas blancas, volaron sobre los campos de Belén anunciando a los pastores el nacimiento de Jesús. Y ellos, dejando su rebaño, acudieron gozosos al portal.
Narrador 1-Pero en la ciudad no hay pastores ni rebaños y, en vez de túnica, Ángel lleva un jersey de lana, pantalón azul y botas. Tendrá que hacer las cosas de otra manera.
Narrador 2-La calle está llena de gente que va y viene, o pasea lentamente, mirando los escaparates. Nadie se fija en Ángel.
Narrador 1-Él, despistado, mira a su alrededor. Ni siquiera sabe cómo empezar su encargo. Siguiendo el gentío llega hasta una plaza, en el centro está el guardia que dirige la circulación…

Ángel tiene una idea. Hablará con el guardia y… Pero no, ahora no puede, están pasando los coches
Ángel-¡Con lo bien que cruzaría yo en un vuelo por encima de los coches!
Narrador 2-Pero como llevaba las alas dentro del jersey no pudo volar. Así que esperó a que cambiara el semáforo como todos los demás y, mientras tanto, pensó lo que le diría al guardia. Le pediría que parase un momento la circulación, sólo un momento, para que él, Ángel, pudiera explicar a todos su celestial mensaje.
Narrador 1-¡Luz verde! Paso de peatones. ¡Ahora! Cruzó derecho al guardia.
Ángel-Oiga, guardia… La Navidad…
Narrador 2-No tuvo tiempo de terminar la frase porque el guardia le interrumpió enseguida.
Guardia-¿La calle Navidad…? ¡Ah! Sí… un momento. Están edificando tantos barrios nuevos que resulta imposible retener en la memoria todas las calles. ¡Y mira que yo llevo diez años en esta esquina! ¡Pues nada! Todos los días hay algún chalao que pregunta por una callecita de éstas. Pero tú, tranquilo. La buscaremos en la guía.

Narrador 2-Hizo señal a los peatones para que se detuvieran y dio paso a los coches. En el medio quedaron los dos. El guardia, entre tanto, sacó un librito del bolsillo y empezó a pasar hojas.
Guardia-Calle Navidad…calle Navidad… ¡No la encuentro! Oye, tú, ¿estás seguro de que se llama así?
Ángel-Segurísimo, pero no es ninguna calle. Verá, usted, señor guardia…
Narrador 2-Tampoco ahora pudo explicarse a gusto pues el guardia le interrumpió de nuevo murmurando.
Guardia-¡Ah! Entonces es una plaza. Haber empezado por ahí, ¡despistado!
Narrador 2-Pero en las plazas tampoco estaba, ni en los callejones, pasajes, ni avenidas. El guardia empezó a ponerse de mal humor.
Guardia-Nada, que no aparece. No hay guapo que entienda esta guía. Pero no pongas esa cara, hombre, ya la encontraremos. Pregunta a mi compañero, el colega de abajo. Ése vive en las afueras y te podrá orientar sin mirar la guía. A ver si hay suertecilla…
Narrador 1-Muy satisfecho de haberse escurrido el bulto, el guardia siguió dirigiendo la circulación.
Narrador 2-Ángel titubeó pero terminó por marcharse sin insistir. Decididamente, el guardia estaba demasiado ocupado para recibir encargos del cielo.
Narrador 1-En la misma plaza se abrían los escaparates de un gran almacén. Ángel entró absorbido por el gran remolino de gente que estaba en la entrada, que se impacientaban y empujaban.
Ya dentro, se fijó en un señor alto… Era el único que no se inclinaba sobre los mostradores  y que miraba a todos los lados como buscando a alguien. Tal vez, eso era realmente lo que hacía: Buscar el mensajero de la gran noticia. Lleno de alegría, Ángel se le acercó.
Ángel-Vengo a decirle que se acerca la Navidad…

Almacenista-¡Ah, sí! La Navidad, el momento de los grandes negocios. Precisamente, estamos en plena venta de objetos navideños. En esta campaña alcanzaré la cifra récord de setenta millones. (Esto si consigo traer un diez por ciento de la clientela que todavía compra en los establecimientos de la competencia…)
Ángel-Navidad es paz para los hombres.
Almacenista-Exactamente. Paz: este año queremos evitar las prisas del último momento.
Ángel-¡Navidad es luz del alma!
Almacenista-¿Luz? Ya está previsto. Cuatro potentes focos de luz azul en la fachada y una estrella en lo alto dominando toda la calle.
Narrador 2-Ángel estaba asombrado. Nunca se le había ocurrido suponer que una fiesta tan divina como la Navidad pudiera convertirse en el pretexto de un negocio. Más que nunca, le parecía importante el encargo que le había hecho Dios.
Narrador 1-Y más que nunca difícil. Necesitaba explicar que más que un negocio, Navidad es la mayor muestra del amor de Dios a los hombres… pero esto el almacenista no lo podía entender.
Narrador 2-Y Ángel se marchó con mucha gente.
Narrador 1-Un taxi se paró junto a la acera. Dentro, dos señoras no se podían mover entre tantos paquetes.
Ángel, muy fino, abrió la puerta ayudándolas a descender.

Mujer-Gracias, hijo, gracias… Estos días anda una loca comprando regalos y más regalos. Toma, sujeta esta caja un momento ( y encima de la primera colocó otra y otra y otra…)
Narrador 2-Ángel aguantó como pudo creyendo que iba a poder hablarles. Pero, cuando esperaba ser escuchado, la señor hizo una cosa rarísima. Sacó una moneda y se la dio.
Mujer-Toma, hijo, esto es para ti.
Ángel-La Navidad…
Narrador 1-La señora le interrumpió enseguida.
Mujer-Sí, hijo, sí. Estas fiestas son tiempos de propinas y aguinaldo, pero no tengo nada más suelto.
Narrador1-Entonces intervino la otra señora.
Mujer 2-Fíjate, tiene cara de frío y no lleva más que un jersey. En vez de dinero le vendría mejor algo de abrigo.
Narrador 1-Y, buscando entre los paquetes, sacó una estupenda bufanda de lana que le enrolló en el cuello.
Ángel intentó protestar porque él no tenía frío ni deseaba regalos. Sólo quería anunciar a los hombres de la ciudad el nacimiento del Hijo de Dios.
Narrador 2-Y, lleno de tristeza, Ángel se sentó en la acera.
Taxista-¡Chico, chico…!
Narrador 1-Al no recibir respuesta, el taxista repiqueteó con el claxon.
Taxista-¿Tienes frío, verdad? ¡Pero, hombre! A quién se le ocurre sentarse en plena calle. Lo mejor es que te vayas para casa. No sacarás ni una perra con el frío que hace. Y menos en una noche como ésta en que todo el mundo está metido en casita celebrando la Navidad.
Narrador 1-Ángel murmuró.
Ángel-Yo no pido limosna.
Taxista-Entonces, ¿qué haces…? Ven acá que te vea la cara. ¿Te has perdido? Pues ya estás subiendo al coche que te llevo para tu casa. ¿Vives muy lejos…?
Ángel-Sí, mucho.
Taxista-Bueno, ¡qué le vamos a hacer! Sube, y si tus padres no tienen dinero para pagar la carrera, pues, tan amigos. Un día es un día. ¡Sube, te he dicho…!
Narrador 2-La orden era terminante. Ángel abrió la puerta y se sentó.
Taxista-¿Dónde vives?
Narrador 2-Preguntó de nuevo, poniendo el coche en marcha. Y Ángel contestó la verdad.

Ángel-En el cielo.
Narrador 2-El taxista, del susto, soltó el volante. Estuvieron a punto de darse contra una farola. Suerte tuvieron de que no estuviera por allí el guardia. Si no, multa segura.
Taxista-¿Qué?-gritó…(pausa) Mira, niño, déjate de guasas y dime la verdad.
Ángel-Ya se lo he dicho.
Narrador 1-Conducir y aclarar el enredo era demasiado, incluso en Nochebuena. Así que, paró el coche.
Taxista-Mira que no estoy de humor para bromas. Que me está esperando mi mujer y mis hijos y no quiero tardar y más, siendo la noche que es.
Dime quién eres y dónde vives, pero, pronto.
Narrador 1-Al fin encontraba a alguien dispuesto a escucharle.
Ángel-Soy un ángel y vivo en el cielo.
Narrador 1-El taxista no podía creerlo.
Taxista-Mira que, trabajando todo el santo día con el taxi, se ven y se oyen cosas raras, pero, como ésta, ninguna. ¿Y se puede saber qué estás haciendo aquí tan lejitos de casa…?
Ángel-He venido para anunciar a todos qué es Navidad.
Taxista-Valiente noticia. Eso lo saben hasta las ratas.
Ángel-Lo saben pero no lo comprenden, ni lo viven.
Taxista-¿Qué dices? Vamos a ver si te explicas despacio y que yo me aclare.
Ángel-Los hombres saben qué es Navidad porque lo dice el calendario, pero se olvidan de celebrar el nacimiento del Hijo de Dios. Todas las alegrías del mundo tienen en este día su raíz. La tierra se llena de caminos que conducen a Dios y, en todos ellos, de guía y compañero, va Jesús.
Narrador 1-El taxista, muy suavemente, para no interrumpir, metió la primera y arrancó. Ángel continuaba hablando.
Ángel-Navidad es mucho más que un negocio, un regalo, una reunión familiar o una comilona. Es la gloria del Hijo de Dios nacido entre los hombres.
Narrador 2-Ángel sonrió tristemente recordando sus correrías del día.
Ángel-Me dieron una moneda y una bufanda de colores, pero, nadie ha querido escuchar mi mensaje.
Narrador 1-El taxista respondió bajito y aceleró el coche.
Taxista-Yo sí te he escuchado.
Narrador 2-El ruido del llavín en la cerradura anunció su llegada. Enseguida se oyó la voz del hijo dentro de la casa.
Niño-Papá, papá… ven a partir el turrón.
Mujer-¿Eres tú, Isidro…? ¡Vaya horas de venir! Mira que hasta en Nochebuena hay que estar esperándote hasta las mil y una. Venga, vamos pronto a la mesa que se está empezando a quemar el pavo.
Taxista-Ya voy, mujer, ya voy… Pero no te preocupes tanto por esas cosas. Navidad es algo más que el pavo y los turrones.
Narrador 1-Ángel al oírle, sonrió.


1 comentario:

Anónimo dijo...

Muy bonita la historia , la verdad esque parece que no creer en Dios se ha puesto de moda en la sociedad actual y se piensa que la navidad es epoca de compras y yasta.
Para mí la navidad es la mejor época del año para expresar nuestro cariño a las personas a las que quieres al igual que Dios nos expresa su cariño y es alguien que siempre esta ahí para ayudarnos , porque todo el mundo ,incluso las personas que piensan que Dios es una falsa, ante momentos difíciles pide ayuda Dios :Por favor señor....
Hay que expresar el cariño sin ningun pudor y no hacerse el pasota como si nada nos importase.
Hay que escuchar y apreciar la vida porque la vida es el mejor regalo que podemos tener y no ser tan materialistas porque hay que recordar que hay gente no tiene ni para comer.Gracias
Cristóbal Valverde López 2ºBachillerato b

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