Jesús es el personaje histórico sobre quien se han hecho más películas. No hay dos Cristos iguales en la historia del cine y ninguno agota su misterio. Quienes han llevado a la pequeña o gran pantalla la figura de Jesús reconocen la dificultad de reflejar su auténtica personalidad. Finalmente, todos los directores acaban mirando a la persona y al misterio de Cristo, como cualquier creyente o ser humano bajo su particular perspectiva. Cada uno exalta o explota alguna faceta de un personaje histórico tan polimorfo y sugerente.
La versión de George Stevens (1965) en La historia más grande jamás contada, por ejemplo, brinda una interpretación de Max von Sidow algo blandengue y simplista, más preocupada de la espectacularidad que de un acercamiento sincero a la figura de Jesús.
El Jesús de Pier Paolo Pasolini en El evangelio según san Mateo (1964), proletario, sencillo y popular, más preocupado de su mensaje que de compartir su existencia humana, resulta algo retórico y discursivo.
El magnífico musical rock Jesus Christ Superstar de Norman Jewison (1973), visto desde la óptica de Judas y con una estética hippie acorde a su época, presenta un Jesús dubitativo e inseguro en su misión y trascendencia.
El Cristo de Zeffirelli, en su altura mística y estética, con una reconstrucción fascinante de la vida y el tiempo de Jesús, resulta algo distante y errabundo.
A partir del Jesús de Nazaret de Zeffirelli (1977) y hasta La Pasión de Cristo de Mel Gibson (2004), apenas encontramos obras reseñables si exceptuamos las polémicas versiones de Martin Scorsese, La última tentación de Cristo (1988), y el Jesús de Montreal de Denis Arcand (1989), así como la curiosa y excelente obra de animación El hombre que hacía milagros (1999) de Derek Hayes y Stanislav Sokolov.
La versión personalísima de Gibson cuenta con uan interpretación, fotografía, banda sonora y uso de la cámara y sus encuadres excelentes. La relación palanteada entre Jesús y María le confiere personalidad y densidad teológica. Fue rodado íntegramente en arameo y latín para otorgarle mayor realismo. Todavía hoy resulta una película controvertida y polémica para el espectador y para el cristiano de a pie.
La aaproximación metafórica o alegórica al misterio de Cristo, visión trascendente y profundamente religiosa, tiene ejemplos muy interesantes como Jesús de Montreal (1989). Es la historia de Daniel, un joven actor canadiense que representa anualmente un montaje teatral sobre la Pasión. Acaba identificándose tanto con su personaje que, al final, su muerte prematura y la donación de sus órganos "para que otros vivan" se convierte en una alusión a la Eucaristía.
De igual modo, en Inteligencia Artificial (2001), de Steven Spielberg, la figura del Hada Azul, mediadora de la trascendencia, es la única capaz de entregarle ese alma al robot David, al que le falta ese "plus" para pertenecer a la especie humana.
Veremos y analizaremos algunas escenas de estas cuatro películas:
* Rey de Reyes, el remake de Nicholas Ray de la antigua versión de Cecil B. DeMille (1961)
Escena: Juicio ante Pilato
*Jesus Christ Superstar (1973) en su versión original inglesa para recoger toda la fuerza y el contenido musical de Norman Jewison.
Escena: Entrada en Jerusalén y complot contra Jesús.
*Jesús de Nazareth de Franco Zeffirelli (1977), posiblemente la recreación más completa y literal a partir de los evangelios.
Escena: En casa de Simón (la pecadora)
*La pasión de Cristo de Mel Gibson (2004)
Escena: Recuerdos de la última cena.
1 comentario:
Hola Lola y amigos comentaristas blogueros, sin duda la de Mel Gibson se centra en la culminación del cumplimiento mesiánico y la salvación que resume nuestyra vida.Cristo crucificado y en Él nuestra alegría vivo y resucitado,también quiero invitaros a visitar el blog de un sacerdote, don Javier Sánchez Martínez, donde madurar la fe mediante la formación y catequesis adulta, mistagogia de la liturgia, pensamiento teológico, vida espiritual y aliento para la santidad.
Un saludo.
http://corazoneucaristicodejesus.blogspot.com/
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